El cazador de leones de Javier Tomeo.
Prosa poética sencilla que fluye a la perfección. Un cazador
de leones entabla una conversación telefónica con una mujer que no conoce. El
autor presenta un personaje confundido, que no distingue bien entre el sexo, lo
salvaje, lo perverso, y el amor, más ideal, romántico, poético. El cazador va
dando argumentos que a veces resultan perturbadores, como cuando compara la
penetración vaginal con las puñaladas que da a un león, y a veces muy poéticos,
como cuando dice que la mujer es para el hombre "la fuente de la inmortalidad".
Según se va desarrollando la conversación, más monólogo que diálogo, el cazador
va descubriendo sus cartas. Se aprecia que el cazador idealiza a la mujer que
está al otro lado del teléfono y argumenta que es preferible creer una mentira
que creer una verdad que no nos satisface. El cazador comparte sus peripecias, describiendo
África y hablando de sus viajes y de todos los animales que ha visto, sin
embargo, al mismo tiempo insinúa que eso podría ser una mentira y que podría
estar inventándoselo todo. Contraposición entre el viajero activo y el viajero
pasivo. Tanto la mujer como África son cosas que no conoce directamente, pero que
describe de acuerdo a su imaginación. El cazador también dice que busca el león
áureo, esto es, la mujer ideal, lo que está en relación con el número áureo, un
número inventado por el ser humano que supuestamente representa la armonía
perfecta. Así el autor quiere transmitir que todo viene de la mente humana, tanto
la búsqueda de lo ideal como los propios números que describen la realidad, ambas
son creaciones humanas. Cuando el cazador declara su amor a la mujer, ésta le
toma por un loco y una vez rechazado, el cazador menciona que se podría hacer
una paja pensando en ella. Aquí el autor nos dice que en realidad no era amor
sino sexo, es decir, que la idealización o el uso de la imaginación son una
respuesta a la falta de contacto directo con la realidad física. Mirando más
allá, podríamos decir que el autor desconfía de la realidad objetiva y defiende
la subjetividad, pues permite idealizar cualquier cosa y de esta manera
alcanzar la felicidad. Como dice el cazador: "la fantasía permite vivir en una
primavera que no se acaba nunca".
Me ha recordado muchísimo al fragmento de Desgracia en el que el protagonista está leyendo a sus alumnos la decepción del poeta Wordsworth al ver el Mont Blanc ("Desde una loma, también por vez primera contemplamos sin estorbos la cima del Mont Blanc, y nos llenó de pena la impresión de esa imagen sin alma en la retina que había desahuciado un pensamiento viviente que ya no podría existir.") y les dice a continuación:
ResponderEliminar"-Es como estar enamorado -dice-. Para empezar, si fuerais ciegos no os habríais enamorado nunca. Sin embargo, ¿de veras tenéis el deseo de ver a la amada a la fría claridad del aparato visual? Tal vez fuera preferible tender un velo sobre la mirada, de modo que la amada siguiera viviendo en su forma arquetípica, como una diosa."
Un buen tema para reflexionar.
Justo ahora estoy leyendo "Niebla" de Unamuno y lanza muchas reflexiones sobre ese tema.
EliminarHola, soy nuevo aquí. Veo que la literatura es una parte muy importante en tu vida y además la sientes con un sentido crítico y analizador que admir. Tengo una pregunta que me obsesiona y es si todo lo que has leído te ha hecho más feliz o más conscientemente pesimista. Gracias amigo
Eliminarzzzzzzzzz
ResponderEliminarTiene pinta de ser un poco tostón, con algunos momentazos. No creo que sea de mi gusto.
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