Pozdnishev te coge en un tren y te suelta un chaparrón de
reflexiones sobre el amor y te cuenta la historia que le llevó a matar a su
mujer, con un estilo veloz, ágil, con buenas reflexiones, interesante, y te lo
lees del tirón y piensas en lo fácil que lo hace y lo bien que lo expresa y
te hace dudar sobre tus propias convicciones y sobre las capacidades de otros
escritores, tampoco es tan difícil, ¡vamos muchachos!, papel y lápiz, teclado y
Word, y te dices que Bernhard mamó de Tolstói y que una evolución de algo que
ya existe, si aporta algo nuevo, es muy válida, y te preguntas por qué los
escritores, a falta de horno, no intentan coger el pan de sus ídolos y
mejorarlo, y te respondes que lo mismo no es tan fácil, porque la mitad de un
escritor es su capacidad de absorción.
Rubem Fonseca: El salvaje de la ópera
Hace 5 horas
Que buena pinta. Y mira que AÚN no he leído nada de Tolstoi.
ResponderEliminarEs el primero que leo de Tolstoi, de los gordos no he leído ninguno.
EliminarReconozco humildemente que estoy como Bea, totalmente virgen en cuanto a Tolstoi se refiere. Me apunto corregir esta situación en 2014.
EliminarApuntada.
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