El año en que me enamoré de todas de Use Lahoz.
20 páginas y a la basura. Tranquilos, que no cunda el
pánico, hay vida más allá de este engendro. Dejemos que el libro hable por sí
mismo. El primer capítulo se llama: "Escrito en la deriva". Queda muy bonito,
tan bonito como vacío, buscando el efecto poético. "En mi rostro brillaba la
sombra de un interrogante derramado sobre el futuro". ¡Una máquina!, qué
poético, qué paleta de colores, estamos ante un imaginario inigualable. "Vive
sin miedo, siendo tú mismo". Esto lo firmaría el mismísimo Paulo Coelho,
experto en filosofía de andar por casa, de la que no salva vidas pero llena
bolsillos. "La paciencia es un invento de los adultos". Más filosofía barata. "Se
quiere a quien te llena un vacío". Que alguien traiga una linterna porque hay
tanta profundidad en sus palabras que no veo nada. Por si fuera poco, después
se remarca que Tatin, el emisor de estas perlas filosóficas, es un sabio, alguien inalcanzable
en sabiduría. "Le rogué si podía acercar vino hacia mi zona", y subrayo "hacia
mi zona", expresión que suena mal y tiene un mejunje de dirección, posesión y
abstracción espacial que no encaja. ¿Cómo es posible que semejante arquitecto
poético construya frases tan malas? "Por estar con ella hubiera subido al
Everest sin botella de oxígeno". Un aplauso por esta imagen, ya quisieran
muchos tamaña imaginación. "Tenía que terminar la carrera, que la tenía
olvidada por completo. Con las cosas simples suelo ser olvidadizo". Claro, la
carrera es algo simple porque su vida es complejísima, di que sí, ¡rebelde!,
¡que eres un rebelde! "Si cada vida es una novela, la novela de mi vida está
llena de ellas". Aquí ya se atranca, demasiada actividad neuronal. Quiere ser
poético y profundo, pero resulta vacío y confuso. Después de la coma sobra "la
novela de". Mira si soy generoso que te corrijo el estilo gratis. Ya si eso me invitas a algo con los 100.000 pavarrios que te has sacado con esta mierda. Consejo
para todos esos aprendices de escritor: añadid siempre alguna cosilla en
francés, que viste mucho y pareces mucho más culto e intelectual, el Maese
Lahoz así lo hace. "Una montaña de vajilla se apilaba en el fregadero". Gran malabarista
y acróbata de las letras, me quito el sombrero. "Mi curiosidad era una hormiga
inquieta que lo quería saber todo". Ahora mismo el autor está hospitalizado por
el desgaste cerebral que conlleva tanta imaginación. Un último consejo para
esos futuros escritores: si realmente queréis entrar en el mundillo literario,
lo que más hay que cuidar es la portada, la contraportada y los amiguetes,
porque en España la mayoría de novelas no son publicadas por su valor sino por amiguismo y por los billetes que generan.
¡Pero cómo te pones con estas cosas? ¿Se lo quitaste a tu prima de quince años?
ResponderEliminarLo encontré por internet de casualidad.
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