¡Y digo aleluya! Tiene que venir un sacerdote a sacar las
castañas del fuego. Porque la literatura española no sería fuego, sería fogata
si no fuera por libros como éstos. Historia que crece como un árbol, prosa que
fluye como un río. Muy natural. Muy sutil. Muy emotivo. Sin alardes. Sin
pretensiones. Una mezcla de Hrabal y Handke. Parece más literatura de Europa oriental
que de España (y es preocupante que así sea, pero ése es otro tema). Al grano. Protagonista
que quiere ser impresor pero se ve obligado a ir saltando de oficio en oficio
(estructura lineal llamativa). Y es tanta su calidad humana que allí donde trabaja
lo hace bien y establece relaciones significativas. Y va descubriendo que puede
ser feliz en cualquier oficio y que no hay ninguna labor que sea más importante
que otra. Y vive situaciones extrañas pero cargadas de emoción y significado. Y
es un ser íntegro porque disfruta de sus sentidos y presta atención al mundo
que le rodea. Y sus recuerdos pueden ser dolorosos y puede sentir melancolía,
pero la vida sigue. Y así el autor resalta el valor de la humildad, de aceptar
los tempos que marca la vida y la importancia de tener una visión positiva, ya
que tarde o temprano, si estamos en armonía con el entorno, el tiempo hace que
el viento sople a nuestro favor. Más detalles... El protagonista quiere ser
impresor y su vida se nos presenta ya imprimida. Se llama August Zollinger, de
la A a la Z, el alfabeto, como si un destino relacionado con las letras
estuviera ya marcado para él, sin olvidar la referencia al universo, de la A a la Z, el todo. Cuando trabaja con trenes se remarca el destino;
cuando trabaja en el ejército se enfatiza su melancolía, el pasado; cuando está
en el bosque se subraya la vida del ermitaño, en armonía con la naturaleza; cuando
trabaja poniendo sellos cuestiona la autenticidad y el verdadero valor de las
cosas y cómo se puede amar una rutina; cuando trabaja de zapatero resalta el camino recorrido y el porvenir,
pasado y futuro, de hecho, Zollinger hace fortuna abrillantando zapatos, porque es un especialista
en recorrer el camino de la mejor forma posible. Es preocupante que uno de
los mejores libros que he leído de un escritor español no parezca literatura
española. Reflexionemos. También es preocupante que el libro no sea tan conocido. Reflexionemos.
Gregorio Muro Harriet & Daniel Redondo: La marca de la bruja
Hace 34 minutos
Aquí siempre por siempre, han sido los sacerdotes: Ramón Llull, Luis de León, Juan de la Cruz, Lope de Vega, Góngora, Gracíán... y otros que como si lo seriesen: Garcilaso, Balmes, Gabriel Miró, Salvador Dalí ("in excelsis deo") los que han mantenido a flote nuestra literatura. Tal y como, por otra parte, resulta obligado en este país animista, fatalista, eminentemente católico, rabiosamente ecuménico e infinitisalmente sacramental. Palabra de julian bluff.
ResponderEliminarLos valores espirituales del autor resuenan en la obra y eso la hace especial. Como es la persona, así es el libro.
EliminarEso que dices es una verdad como un templo. Tanto que no se me ocurre a bote pronto ni una sola novela de entre las grandes, en la que personalidad del autor aparezca desvinculada -menos aún, sometidos sus propios rasgos definitorios a examen para terminar siendo reprobados- del contenido (y las formas) del texto.
Eliminar¡Hombre! Por fin un libro por el que condonumbilical y Mike & Libros comparten alabanzas.
ResponderEliminarHasta los relojes estropeados dan la hora correcta dos veces al día :)
EliminarOcho euros me gasté ayer por culpa, condon. Ocho. Ya lo empecé. De momento muy bien.
ResponderEliminarEl título es completamente Walseriano. Ya nos contarás en profundidad en tu blog, me imagino, a modo de complemento de lo que concisamente, como viene siendo habitual, se testifica en este por su dueño (Aunque con una fonética similar sea un apellido inglés, me cuesta llamarle a un tío, condón; sinceramente).
Eliminar8 euros está bien, creo que los merece.
EliminarConcisamente pero no por ello con menor profundidad. Precisamente de lo que pecan todos los blogs es de verborrea insustancial.
http://es.wikipedia.org/wiki/Bill_Condon
¡Coño, ya lo sé! Eso resulta tan palmario que no hace falta que lo proclames. Item más, diría, que precisamente ese comentario que has hecho, puntualizándome, es justo de lo poco superfluo que aparece por tu blog.
EliminarUn abrazo!
Es cierto que esta novela (o cuento largo) tiene cierto encanto, pero no tanto como le atribuye la reseña que me parece muy exagerada. Por cierto, enhorabuena por la página.
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