Hijos apócrifos de Víctor Balcells Matas.
Jovencito. Talento Fnac 2013. No escribe mal, tiene algún destello, buen
ritmo y la prosa es potente (a pesar de...), lo que ya es mucho decir de la primera
novela de un joven español en relación a lo que estamos acostumbrados a
encontrar. Ahora vamos con lo negativo, que no es
poco, y empaña bastante lo que podría haber sido un buen debut. El contenido es
inexistente, no hay una verdad, no hay un mensaje, no aprendes nada leyendo. Para
paliar esta carencia, el autor fundamenta su prosa en las apariencias y nos presenta
un colorido baile de disfraces. Encontramos muchas frases vestidas de profundidad
pero que en el fondo están vacías. Ejemplo #1: una pelea en la que "no hay
diferencia entre el bien y el mal" por su cualidad de "masa confusa y única de
golpes" refleja "la unidad indisoluble y compacta que siempre buscaron los
poetas y filósofos". Se entiende lo que quiere decir, ¿y qué?, es un comentario
gratuito, algo que en sí mismo no tiene profundidad, ni aporta nada al texto,
pero que quiere transmitir cierto aire filosófico o de sabiduría. Ejemplo #2: "apretó
el acelerador con rabia y lascivia, y el sexo debía de ser eso: un ruido que
asciende, un motor inquebrantable", otra frase que no aporta nada, ni viene a
cuento en ese contexto, está ahí por el efecto. Ejemplo #3: "Todo cambia pero
nosotros cambiamos cada vez menos", así de gratis, sin explicar nada, para
generar sensación de profundidad que en realidad no existe. Ejemplo #4 con
faltas de ortografía incluidas: "La distancia entre los amigos. Una mesa con el
plato de sopa hirviendo. Calor y separación, ¿No será este nuestro destino? ¿Ir
apartándonos, crecer en volumen y explotar sobre un retrete?", si alguien
entiende esta frase pseudofilosófica que me la explique. Pues eso, mucho
maquillaje y poca magra. Luego están las frases que quieren ser cómicas y no
pueden: "Adoro el tecno, es como hacer fuego con dos piedras. Yo diré que el
hombre prehistórico fue el inventor del tecno", o los tres personajes que se
llaman "Jean", "Paul" y "Sartre" (como el filósofo), o incluso el licor que se
llama "Béla Tarr" (como el director de cine), muy intelectual y muy gracioso todo. El tema de las
faltas de ortografía no me suele preocupar, pero aquí hay demasiadas (culpemos
también a la editorial). Subrayar una muy gorda, "se espande" (p. 197) y otra
recurrente, "quién", que aparece con
tilde varias veces cuando ésta no es necesaria. Sumemos a esto los diálogos de
dudosa factura: "-Guillermo. -Qué -contestó Guillermo."; algún que otro cliché
rollo buscar tesoros, encontrar un baúl, cantar victoria antes de abrirlo y
descubrir que está vacío; y una de las peores, incluir fotos de forma gratuita,
lo que me obligó a echarme las manos a la cabeza y empezar a dudar sobre mi capacidad
para leer el libro entero, el cual leí en diagonal desde el ecuador, lo que no me impidió descubrir la previsibilidad de la trama. Hay bastantes fallos, pero veo potencial. Si se centra y asume su falta de profundidad y deja de maquillar las frases y de ser pretencioso, en un futuro puede conseguir algo interesante.
Yo leí una colección de relatos de Victor llamada "YO mataré monstruos por ti" que también me pareció floja aunque con un estilo lo bastante interesante como para darle otra oportunidad. Esta he estado a un tris de comprarla (por culpa de aquella, ya digo) pero me da que voy a pasar.
ResponderEliminarEsto es como los vinos: los buenos mejoran con el tiempo y los malos se agrian.
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