16 de diciembre de 2024

Eros y Eros

Los cuadernos de don Rigoberto
de Mario Vargas Llosa.

Una novela erótica de calidad.
Tono acertado.
Gracioso pero no infantil.
La exquisita prosa del autor entra en la boca como un croissant.
Crujiente y esponjosa.
Con el toque justo de mantequilla.
Alta literatura elevando algo supuestamente bajo.

"Una vida mental rica y propia exige curiosidad, malicia, fantasía y deseos insatisfechos, es decir, una mente 'sucia', malos pensamientos, floración de imágenes prohibidas, apetitos que induzcan a explorar lo desconocido y a renovar lo conocido, desacatos sistemáticos a las ideas heredadas, los conocimientos manoseados y los valores en boga".

Obras de ficción (reales) dentro de la ficción.
Rigoberto usa cuadros para describir lo que ve.
Egon Schiele.
Fonchito.
Lucrecia y Justiniana posando para él.
Imitando las poses de las jóvenes que posaron para el pintor.
Dibujos incluidos en las páginas.

En la carta al arquitecto de su casa, Rigoberto dice que tiene 4.000 libros y 100 cuadros, el número nunca aumenta. Si aparece algo digno de entrar en su colección, quema uno de los que tiene. Los quema para no "infligir a otros ojos una obra que había llegado a estimar indigna de los míos". También dice que le interesan más los personajes de esos mundos pictóricos y literarios que los de carne y hueso.

Hedonismo desenfadado.
El objetivo esencial de la vida es satisfacer los deseos.
La novela seduce y excita.

"Toda actividad humana que no contribuya, aun de la manera más indirecta, a la ebullición testicular y ovárica, al encuentro de espermatozoides y óvulos, es despreciable".

Rigoberto opina y critica.
Reflexiones interesantes.
Se niega a convertirse en un individuo-masa.

Cuando alguien dice "'el chino', 'el negro', 'los peruanos', 'los franceses', 'las mujeres' o cualquier expresión equivalente con pretensiones de definir a un ser humano por su pertenencia a un colectivo de cualquier orden y no como una circunstancia desechable, tengo ganas de sacar el revólver".

Realidad vs fantasía.
Rigoberto endulza la vida añadiendo terrones de fantasía a su taza de realidad. 
Incrusta sus sueños.
Hierve por dentro imaginando las aventuras sexuales de Lucrecia.

"La pornografía despoja al erotismo de contenido artístico, privilegia lo orgánico sobre lo espiritual y lo mental, como si el deseo y el placer tuvieran de protagonistas a falos y vulvas y estos adminículos no fueran meros sirvientes de los fantasmas que gobiernan nuestras almas".

¿Era Egon Schiele un pornógrafo?
¿Qué es Mario Vargas Llosa? 
¿Esta novela es arte erótico o pornografía literaria?
Bueno... lo que queda claro es que Fonchito es un manipulador de campeonato.

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