Inevitable desvelar aspectos importantes de la trama, pero los desvelo con voz tierna, hablando de una historia de amor y de un reencuentro y de una familia que surge de manera improvisada y acaba echando raíces hasta tocar la felicidad, que según dicen significa "nunca sentir que sería mejor estar en otra parte".
La primera mitad de la novela me pareció muy correcta, con una prosa eficaz y una sencillez narrativa que tiene momentos emotivos y agradables. La segunda mitad es otro cantar, pues pivota alrededor del hijastro y aunque empieza bien, luego pierde el foco metiéndose en la piel de la novia. De hecho, creo que toda la parte de la chica entrevistando a poetas chilenos sobra (unas 100 páginas); en sus efluvios metaliterarios el texto se distancia demasiado del hilo principal y pierde fuerza.
En cierto momento, el hijastro dice: "casi siempre me aburren las novelas. Tantas páginas. Como si no bastara con un poema". Nunca mejor dicho. Y aquí el poema:
De la metaliteratura
a los metales pesados
hay una polola sin meta,
un hijo, aplomo
y unos ojos cansados.
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