Un periodista que vivió los atentados de Charlie Hebdo en primera persona nos cuenta su vida, sus batallitas como reportero y su recuperación después de la tragedia.
Leí 227 de 443, más de la mitad. Lançon quiere ser Carrère y no le llega. Cuando describe el atentado y lo relaciona con su vida posterior merece la pena. Casi todo lo demás es mayormente desechable.
El problema es que falta síntesis y precisión narrativa. Sobran páginas por todas partes. En lugar de ofrecernos reflexiones interesantes sobre el atentado y sus consecuencias, nos inunda de detalles personales irrelevantes. El ensimismamiento del autor alcanza cotas bochornosas y uno acaba apartando tanto la carne como las patatas.
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