"Plan de Boloña".
El comienzo es relativamente opaco y cuesta entrar en el texto.
Luego por suerte uno empieza a paladear, pero el sabor tampoco es que sea gran cosa.
Prosa metralletera, fluida pero impaciente.
Tono subóptimo con patinazos infantiles que buscan la risa del lector.
"Me vienen arcadas con solo pensar en tocar otros cuerpos, siempre que no sea para follarlos".
Leo en diagonal desde la página 70 y sorprendentemente llego hasta el final del libro.
La protagonista es lesbiana y tras frotarse con vehemencia con otra mujer afirma: "Hemos follado toda la tarde como animales al borde de la extinción, si fuese macho seguro que la hubiese preñado".
No hay rumbo, nadie controla el timón, la cometa se la llevan los caprichos del viento.
Para ocurrencia desatinada... "Roxanne se abrió las venas. Se las abrió en canal, como hace una pescadera con el vientre de una lubina". Comparaciones relevantes y muy sutiles.
Este tipo de novelas, tan mediocres, es mejor que no se publiquen, ya que el gasto en papel y electricidad que suponen, además de lo que contamina la distribución, fomentan el cambio climático y aceleran el derretimiento del permafrost, con la futura liberación extra de carbono que eso conlleva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario