En el prólogo Han afirma que el cansancio puede ser curativo si surge de "un amable desarme del yo". Una frase muy bonita con una idea que tiene cierta resonancia pero que no se desarrolla, algo que sucede con frecuencia en este texto.
El autor usa el ámbito inmunológico para hablar de la sociedad y asegura que "cada reacción inmunológica es una reacción frente a la otredad". Lo que sucede es que en la actualidad han desaparecido la otredad y la extrañeza (no hay tanta distancia entre identidades individuales). La diferencia ha sustituido a la otredad y por ese motivo ya no hay sujetos inmunológicos, porque la diferencia no despierta una reacción inmunológica, sino que se acepta en la sociedad actual. De ahí que la sociedad sea más positiva y que los estados patológicos de la actualidad se basen en "un exceso de positividad".
Hemos pasado de sociedades de negatividad (con oposiciones marcadas) a sociedades de positividad y a su vez vivimos en una sociedad de rendimiento. La sociedad del rendimiento "produce depresivos y fracasados". Cito: "el sujeto de rendimiento se abandona a la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar el rendimiento. El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse". Esto genera enfermedades psíquicas.
La verdad es que no veo una relación sólida entre la sociedad de la positividad (en la que se acepta todo y ya no hay fuerzas externas negativas) y la autoexplotación que desencadena el burnout. Se sugiere que la negatividad permite detenerse a observar las cosas o genera remolinos internos que son necesarios para crecer como persona, pero de forma muy débil.
Según Han, el exceso de positividad se manifiesta como un exceso de estímulos que obliga a que la atención sea dispersa. En una sociedad en la que la atención se dispersa, se favorece el multitasking y se pierde la capacidad contemplativa. Todo es estar activo y rendir. Pasamos de una sociedad disciplinaria, de obedecer a otros, a una de positividad y rendimiento, en la que uno se esclaviza a sí mismo para rendir. Hmm...
Más citas: "La sociedad de la positividad, que cree haberse liberado de toda coerción externa, se enreda en autocoerciones destructivas", básicamente debido a la autoexplotación derivada de la necesidad de ofrecer un rendimiento. Esto hace que uno sea violento consigo mismo, lo que desata enfermedades como la depresión y el burnout.
Más citas: "La sociedad de la positividad, que cree haberse liberado de toda coerción externa, se enreda en autocoerciones destructivas", básicamente debido a la autoexplotación derivada de la necesidad de ofrecer un rendimiento. Esto hace que uno sea violento consigo mismo, lo que desata enfermedades como la depresión y el burnout.
Entiendo a Han, pero a su mesa le falta una pata. Me da la sensación de que Han da por hecho que todo el mundo se autoexplota y que el burnout y problemas similares son como autoflagelaciones que uno mismo se crea. Todo esto díselo a una persona que sufre abusos de su jefe o que tiene un entorno de trabajo tenso o lleno de presión o que tiene que coordinar la vida laboral con el cuidado de varios hijos.
Otra frase bonita: los hombres de la sociedad del rendimiento "son demasiado vitales como para morir, y están demasiado muertos como para vivir". Cita a Aristóteles para decir que las ansias de rendir y ganar dinero son impulsadas por el afán de vivir, pero no de vivir bien.
Tengo muchas dudas con este ensayo. Hay algunos capítulos que no enlazan bien la idea del cansancio o que están mal desarrollados y no plantean una idea bien definida. También hay argumentaciones que se repiten y fragmentos algo dispersos. Habla de la positividad de la sociedad, todo es más abierto y hay más tolerancia a todo, pero no desarrolla el concepto hasta el final, se queda a medio camino.
Parece que la depresión sólo la causa esa supuesta positividad que no permite detenerse, cuando en muchos casos depende de fuerzas externas incontrolables que no tienen nada que ver con la autoexplotación ni el rendimiento (muerte de un familiar, problemas de salud, conflictos conyugales, presión laboral, etc.).
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