Niño pez de Mark Richard.
Estamos ante una novela que se desarrolla en un barco pero que, paradójicamente, pese al oleaje, el viento y la naturaleza vehicular de sus elementos, no tiene ningún impulso. Y esto, tarde o temprano (en mi caso, 109 páginas), acaba agotando la paciencia del lector. Hay buenas dosis de sordidez y violencia, pero sus efectos no tienen ninguna resonancia porque Richard no tiene claro hacia dónde se dirige la historia. La narración se podría haber sostenido con un personaje principal más atractivo, pero el niño protagonista lo único que puede hacer es aletear y exhibir una personalidad similar a la del besugo.
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Hace 3 horas
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