Los libros delicados requieren miradas delicadas, sobre todo si tocan la fibra. Aquí José Mauro de Vasconcelos se centra en un niño pobre de Brasil y con una prosa sencilla presenta situaciones interesantes que despiertan todo tipo de emociones. Es una novela muy tierna que consigue que uno empatice mucho con su impúber protagonista. Sigo con spoilers...
El niño se muda a una casa con jardín y como es el hermano menor, elige su árbol el último. La sorpresa llega cuando el árbol que ha elegido es capaz de hablar y empieza a mantener conversaciones con él. Poco a poco vamos adentrándonos en la vida del joven y descubrimos que el árbol en realidad representa la conciencia interior del niño, una estrategia muy sutil por parte del autor para reflejar el paso a la madurez.
Destacaría también cómo de Vasconcelos juega con nuestra percepción del bien y el mal, con un protagonista que se mueve en una zona de grises y otros personajes que parecen una cosa y luego son otra, rompiendo así nuestras expectativas y cuestionando nuestros prejuicios.
*La persona que me recomendó este libro me dijo que suele ser lectura obligatoria en el sistema educativo brasileño. Así sí.
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