He de reconocer que esta novela la leí en malas condiciones, espaciando la lectura en exceso por circunstancias externas, quizá por eso mi recepción fue menos entusiasta de lo que debería. Aun así le he puesto una estrella porque me parece meritoria.
Un conde le da instrucciones a su sirviente para entregar una carta y esas instrucciones se convierten en el libro. La acción principal se aplaza hasta el punto de que no se presenta. Esta idea es sugerente y viene acompañada de una prosa eficaz y un humor que funciona. No obstante, me faltaron algunos estímulos intelectuales. La sensación final es que es un libro interesante que podría haber sido bastante mejor.
Apuntes con spoilers:
- El conde asegura que seguirá escribiendo cartas para que todo el mundo comprenda que "el dolor es general", conectando su soledad a la del resto de la humanidad. Desde un ángulo metaficcional, podríamos suponer que las cartas son libros y que el conde es Tomeo.
- El conde lo que busca con la carta es aplacar su soledad y que el marqués le acepte pese a las fechorías que cometió en el pasado. La soledad hace que uno mismo cree mecanismos de defensa que impiden acercarse a otros. Por eso el conde se enreda en instrucciones que hacen que la entrega no se produzca y por eso prefiere que la carta sea incomprensible, así si no le responden es porque no supieron comprenderle.
- El conde asegura que seguirá escribiendo cartas para que todo el mundo comprenda que "el dolor es general", conectando su soledad a la del resto de la humanidad. Desde un ángulo metaficcional, podríamos suponer que las cartas son libros y que el conde es Tomeo.
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