19 de abril de 2023

Ruthless

Soy leyenda
de Richard Matheson.

La mente humana tiende a sobrevalorar lo que ha resistido el paso del tiempo y creo que esa es una de las razones por las que esta novela de vampiros meramente aceptable se sitúa como una de las más populares del género de terror.

Las primeras 120 páginas son extremadamente planas, con una atmósfera poco convincente y un protagonista insulso que ahoga sus penas en una ingestión constante (constantemente repetitiva) de whisky y música. No hay disfrute estético, no hay reflexiones enriquecedoras, ni siquiera situaciones estimulantes.

Por si esto fuera poco, la trama genera dudas desde el principio (sigo con spoilers). Los vampiros están hambrientos y rodean su casa todas las noches, ¿pero no intentan romper la puerta, las ventanas o el tejado? No hay ninguna escena en la que sufra contratiempos domésticos de este tipo, lo cual me parece poco creíble. Y sí, le estoy pidiendo acción a Matheson, aunque sea un recurso fácil, porque esta novela es lo que pide.

Quizá lo más inverosímil es que el protagonista tarda cinco meses en darse cuenta de que la luz mata a los vampiros. Es decir, sí sabe que el ajo y las estacas son efectivas, pero la luz, que es algo pasivo y cotidiano, que está siempre ahí, no.

La historia mejora a partir de la página 120, cuando aparece Ruth y cambia la situación. Aquí empieza a haber movimiento y surgen cuestiones interesantes sobre el nuevo orden mundial y la relación entre los humanos y los dos tipos de vampiros. Pero justo cuando la cosa empieza a animarse, se acaba la novela.

3 comentarios:

  1. Es verdad. Se trata de otra novela muy reguleras ensalazada por la mercadotecnia anglosajona.

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  2. Estoy de acuerdo. También me pareció sobrevalorada. Si hubiera acudido a ella con menos expectativas, igual otro gallo cantaría.

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