Yo, Juan Carlos Girauta, desde mi altar de sabiduría vasta e inabarcable os hablo a vosotros los de abajo, jóvenes ignorantes y profundamente deleznables, para que descubráis las verdades absolutas de este mundo. Ese es el tono.
En esta reseña voy a saltar de idea en idea de forma arbitraria para hermanarme con la "estructura" que sigue el autor, pero separando las ideas en párrafos, algo que no le debieron enseñar a este señor en la universidad y a lo que su propio sentido común tampoco parece haber llegado.
¿Por qué leo esto? Regalito de reyes de un familiar del que no voy a desvelar nada por no dañar su reputación intelectual. Lo que llega a mis manos, aunque sea de rebote, acaba siendo deglutido, en la medida de lo posible.
El libro, incluso siendo realmente simplista y estúpido, tiene trozos amables que pueden ser moderadamente útiles para algún jovenzuelo despistado. Su invitación a la lectura y a intentar tener voz propia y pensamiento crítico son aceptables. El resto no vale para nada, por lo menos hasta donde leí. Alrededor de la página 60 se convierte en un tratado de política, tema que no me interesa y que no tiene nada que ver con lo que sugiere el título ni con las ideas que se plantean al inicio.
Hincando dientes a sus perlas:
- Girauta dice que sólo unos pocos pueden ir a universidades buenas porque valen mucho dinero. Ni siquiera se pregunta si es relevante ir a la universidad hoy en día. La tendencia actual es la contraria; en muchos casos, no hace falta estudiar para salir adelante ni para ser un maestro en cualquier materia. Una persona del primer mundo tiene acceso a todo y puede aprender cualquier cosa y ser mejor que uno salido de la universidad (otra cosa es el currículum y el ámbito laboral).
- Afirma "no serás un buen observador de la pintura, la escultura o la arquitectura, ni el lector que estás destinado a ser, ni alcanzarás la mínima comprensión del pasado -ni, por tanto, del presente- si no están ubicados en tu memoria los grandes hitos y mitos judeocristianos y grecolatinos", sugiriendo que hay que leer la Biblia sí o sí para ser culto. Esta afirmación es equivocada y no quiero gastar tiempo explayándome, sólo hay que ver todo lo que se ha hecho después del vanguardismo y de Duchamp para entender que no es así.
Aparte, cómo es posible que este hombre comprenda el presente a la perfección gracias a su gran cultura y no sepa dirigirse a chavales de 18 años (para quien va dirigido el libro según él) y tampoco tenga una visión más flexible de lo que es la cultura y la vida en general.
Y sigue: "hasta las creaciones más ajenas al hecho religioso proceden de una reacción contra él, o de una exploración que inevitablemente parte de él". Es evidente que estos dogmas son totalmente falsos, no hace falta ni poner ejemplos porque a cualquiera se le ocurre alguna obra que no tiene nada que ver.
- Dolorosa idea introduce de soslayo diciendo que hay gente que "trabaja para borrar del mapa a Israel". Un hombre que defiende la invasión de Palestina poco tiene que enseñar a la gente. Debería leer un poco sobre el conflicto antes de decir tonterías.
- No entiendo por qué habla de Marx, de Gramsci, de Laclau, cuando se supone que el joven al que se dirige es totalmente ignorante. El enfoque del libro es inconsistente. "Los partidos de derechas deberían estudiar [a Laclau] con detenimiento si aspiran a enterarse de lo que les está pasando por encima"... Cómo encaja esto en un libro para adolescentes que no saben nada y qué utilidad tiene.
En esta reseña voy a saltar de idea en idea de forma arbitraria para hermanarme con la "estructura" que sigue el autor, pero separando las ideas en párrafos, algo que no le debieron enseñar a este señor en la universidad y a lo que su propio sentido común tampoco parece haber llegado.
¿Por qué leo esto? Regalito de reyes de un familiar del que no voy a desvelar nada por no dañar su reputación intelectual. Lo que llega a mis manos, aunque sea de rebote, acaba siendo deglutido, en la medida de lo posible.
El libro, incluso siendo realmente simplista y estúpido, tiene trozos amables que pueden ser moderadamente útiles para algún jovenzuelo despistado. Su invitación a la lectura y a intentar tener voz propia y pensamiento crítico son aceptables. El resto no vale para nada, por lo menos hasta donde leí. Alrededor de la página 60 se convierte en un tratado de política, tema que no me interesa y que no tiene nada que ver con lo que sugiere el título ni con las ideas que se plantean al inicio.
Hincando dientes a sus perlas:
- Girauta dice que sólo unos pocos pueden ir a universidades buenas porque valen mucho dinero. Ni siquiera se pregunta si es relevante ir a la universidad hoy en día. La tendencia actual es la contraria; en muchos casos, no hace falta estudiar para salir adelante ni para ser un maestro en cualquier materia. Una persona del primer mundo tiene acceso a todo y puede aprender cualquier cosa y ser mejor que uno salido de la universidad (otra cosa es el currículum y el ámbito laboral).
- Afirma "no serás un buen observador de la pintura, la escultura o la arquitectura, ni el lector que estás destinado a ser, ni alcanzarás la mínima comprensión del pasado -ni, por tanto, del presente- si no están ubicados en tu memoria los grandes hitos y mitos judeocristianos y grecolatinos", sugiriendo que hay que leer la Biblia sí o sí para ser culto. Esta afirmación es equivocada y no quiero gastar tiempo explayándome, sólo hay que ver todo lo que se ha hecho después del vanguardismo y de Duchamp para entender que no es así.
Aparte, cómo es posible que este hombre comprenda el presente a la perfección gracias a su gran cultura y no sepa dirigirse a chavales de 18 años (para quien va dirigido el libro según él) y tampoco tenga una visión más flexible de lo que es la cultura y la vida en general.
Y sigue: "hasta las creaciones más ajenas al hecho religioso proceden de una reacción contra él, o de una exploración que inevitablemente parte de él". Es evidente que estos dogmas son totalmente falsos, no hace falta ni poner ejemplos porque a cualquiera se le ocurre alguna obra que no tiene nada que ver.
- Dolorosa idea introduce de soslayo diciendo que hay gente que "trabaja para borrar del mapa a Israel". Un hombre que defiende la invasión de Palestina poco tiene que enseñar a la gente. Debería leer un poco sobre el conflicto antes de decir tonterías.
- No entiendo por qué habla de Marx, de Gramsci, de Laclau, cuando se supone que el joven al que se dirige es totalmente ignorante. El enfoque del libro es inconsistente. "Los partidos de derechas deberían estudiar [a Laclau] con detenimiento si aspiran a enterarse de lo que les está pasando por encima"... Cómo encaja esto en un libro para adolescentes que no saben nada y qué utilidad tiene.
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