Una migrante china que trabaja vendiendo Biblias en Nueva York acaba siendo de las pocas personas no infectadas por la Fiebre Shen, una enfermedad de origen fúngico que surge en China. Los infectados se quedan sumidos en una rutina irreversible, repitiendo patrones de conducta hasta morir. La narración nos llega a través de las palabras de la protagonista y va alternando entre el presente y el pasado. Inevitables spoilers a continuación...
En un primer momento, la historia engancha por ser una especie de apocalipsis zombi no agresivo. Esto genera interés y abre muchas posibilidades. La prosa no es nada del otro mundo, pero logra que la historia avance de manera fluida. Más adelante, Ling Ma aumenta el potencial de la historia estableciendo su vínculo con Jonathan (relación amorosa y bebé) y sugiriendo que la gente se infecta en el momento en el que siente nostalgia o conecta con su pasado, lo que hace que el lector espere grandes cosas.
Y ahora el problema: Ling Ma no es capaz de satisfacer las expectativas que genera. El propio diseño del texto invita a esperar un final potente y resolutivo, y sucede todo lo contrario. El lector navega en un mar de posibilidades interesantes que nunca acaban de cristalizar y la obra queda como algo incompleto. El final es absolutamente decepcionante; Liquidación parece un chiste largo que no tiene broma al final.
Y ahora el problema: Ling Ma no es capaz de satisfacer las expectativas que genera. El propio diseño del texto invita a esperar un final potente y resolutivo, y sucede todo lo contrario. El lector navega en un mar de posibilidades interesantes que nunca acaban de cristalizar y la obra queda como algo incompleto. El final es absolutamente decepcionante; Liquidación parece un chiste largo que no tiene broma al final.
Sí que asoma cierta crítica al capitalismo (con esa analogía entre los infectados condenados a una rutina y la gente que vive para trabajar, o con esa idea de que todos los productos se fabrican en China, Bangladesh, Pakistán... o con el bombardeo de información al que nos someten las marcas), pero apenas se desarrolla. La psicología de la protagonista tampoco está bien trabajada (en ningún momento tiene miedo al contagio y su posición de migrante desubicada en EE. UU. no coge peso) y la atmósfera es bastante precaria.
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