Los errantes de Olga Tokarczuk.
Empieza fuerte y poco a poco se va deshinchando. A partir de la página 120 empecé a leer saltando entre fragmentos.
Colección irregular de anécdotas, relatos y ocurrencias relacionadas con los viajes. Prosa competente; contenido, en su gran mayoría, insulso.
No es ni una sombra de El Danubio de Claudio Magris, libro al que me recordó conceptualmente en todo momento, quizá por tenerlo fresco en la memoria, aunque probablemente haya otras comparaciones más acertadas.
Se confirma una vez más que el Premio Nobel de Literatura es un chiste. Firmado: Thomas Pynchon.
Las excusas para construir algo no lineal pueden ser aceptables (si los viajeros son seres errantes y cada viaje es un espacio-tiempo totalmente distinto, me puedo permitir hacer un texto errático), pero hay que ofrecer algo de calidad. Por desgracia, no es el caso.
Aquí la autora ha juntado una serie de escritos que tenía en el fondo del cajón y ha hecho un libro, ahorrándose los quebraderos de cabeza que supone construir una estructura sólida.
La arbitrariedad pesa demasiado y los textos, por sí solos, no valen gran cosa. Los intentos de entrelazamiento narrativo tampoco aportan mucho.
Si cada libro es un viaje, este es en tren de Cercanías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario