Hielo de Anna Kavan.
Leído en versión original, hasta la mitad. Pese al hielo, el lector no se desliza. Una mujer se adentra en un pueblo misterioso buscando a otra mujer. Hasta ahí puedo leer y hasta ahí leí. Con una atmósfera que recuerda a Kafka, sí, y una prosa que se atasca cual veiculo longo en carretera nevada. Siguiendo el chiste: me dejó frío. La trama no tiene ninguna intensidad y el desarrollo, más allá de generar cierta intriga intermitente, no tiene fuerza. Todo transmite un estatismo excesivo, el texto al borde de la congelación. Ja + ja. Parece que la narración está sin pulir, demasiadas palabras para tan poca variedad de sucesos. Kavan sigue una línea clara, altamente programada, de la que apenas se separa, y el conjunto se resiente. Una onda sin valles ni crestas que genera una continuidad insulsa, una estalactita horizontal.
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