Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
Le eché un par de huevos y llegué hasta la página 336 de 504.
Una vocecita, desde atrás (la parienta), me decía: "ya que estás ahí, acábalo" (la misma vocecita que al cogerlo me advirtió: "te va a parecer un coñazo").
Imposible terminarlo. Y mira que las primeras 100 páginas me parecieron muy
buenas. Un estilo muy fluido, con una conexión muy suave entre el hilo
principal y las digresiones y una fragancia poética bastante agradable. Algo
confuso el tema de los nombres, pero entiendo que el fin es representar esa
herencia y esos lazos familiares que intentan sobrevivir al tiempo. Creo que el
texto arranca con mucha magia y un halo poético deslumbrante (el aislamiento de
Macondo, los gitanos trayendo inventos, la ciencia que no llega al lugar, etc.), pero esa magia se va difuminando poco a poco con el entramado familiar que
plantea el autor y la inundación de guerra y política. De repente todo se
centra en el ir y venir de los personajes, sus relaciones, sus hijos, el primo,
la madre que lo parió... y lo poético/mágico apenas tiene rendijas para dejarse
ver entre tanto marujeo. No sé si la idea es que la magia desaparece con la llegada de la guerra y la política, pero eso no justifica el aburrimiento que produce. Es una obra bien escrita, con un manejo excelente de
la digresión y de otros recursos narrativos, pero más allá de ese árbol
genealógico hecho literatura, no percibo nada más. ¿La soledad? ¿La soledad qué?
¿Dónde?
Se dice que Borjes dijo de esta obra: "le sobran cincuenta años". Eso dicen. A mi me gustó mucho.
ResponderEliminarNo sé si toda la culpa es del tiempo, pero obviamente, es algo que influye.
EliminarA mí también me gustó bastante, pero al mismo tiempo entiendo muchas de las críticas que se le suelen hacer.
ResponderEliminarA mí me gustó mucho, es una de esas obras en que creo la calidad conecta con el gran público, pero es cierto que va a menos
ResponderEliminar:)
EliminarCon esta has alcanzado, Condón, una de las cotas más altas de tu ignorancia y falta de paladar literario.
ResponderEliminarEnhorabuena!
Jajajajajajaja
EliminarEste comentario vale más y está mejor escrito que la totalidad del blog que lo contiene, hecho de reseñas de autores una sola vez leídos (hasta la página 15).
EliminarJa, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,aj¡¡....ja, ajj, aj... ay, que me atraganto de la risa...
ResponderEliminarQue tío más ceporro!
Pesao el anónimo este....
ResponderEliminarA mí también me gustó mucho pero entiendo a quien no después del despliegue del realismo mágico a modo de presentación de los personajes se estanca un poco, soy del club de los que piensan que el libro va a menos aunque creo que al final hay un repunte. La última frase no he sido jamás capaz de olvidarla. Un abrazo condon.
Acabo de buscarla. No está mal. A mí el texto no me transmitió algo sólido sobre la soledad, quizás pequeñas pinceladas, pero entiendo que al final seguramente todo camine más hacia esa idea.
EliminarBueno. Si te dejaste un buen pedazo sin leer ¿cómo vas a encontrar la soledad? Al principio, todo está lleno de gente, luego se va vaciando.
ResponderEliminarMuy interesante lo que dices. Esto abre las puertas a que lo retome otra vez e intente acabarlo.
EliminarGracias
Lo has clavado. Te lo firmo 100%: esas primeras páginas tienen su no sé qué, pero después aflora la vena colombiana y esto se convierte en una especie de telenovela cansina. Ese comienzo con el aislamiento del pueblo, los gitanos, el padre soñador.. prometía mucho. Lástima.
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