Una mujer se enamora de (se obsesiona por) un jugador de
ruleta e intenta sacarle de su vicio. Zweig es un maestro de la prosa, eso está
claro. Esa maestría se puede apreciar en la parte en la que la mujer describe
las manos del jugador: brutal. Sólo por eso ya merece la pena el texto. Aparte,
también cuestiona las pasiones humanas. Si bien la mujer siente un amor
pasional repentino, en un período corto surgen sus emociones, el jugador lleva
con su ludopatía (pasión por el juego) bastante más tiempo. Zweig explota la
contraposición de la pasión repentina frente a la pasión construida a lo largo
del tiempo y enfrenta la vida monótona de la mujer, donde esa pasión sorpresiva
rompe la rutina y salpimenta su vida, con la del hombre que vive en un
constante apasionamiento. Podríamos decir que enfrenta lo apolíneo y lo
dionisíaco. La vida monótona quiere beber de las vidas apasionadas, mientras
que el apasionado no quiere prescindir de esa llama interior y caer en una vida
monótona y rutinaria. Buen libro.
Anora
Hace 1 hora
Buen libro y buena reseña.
ResponderEliminarQué disgusto me diste el otro día con los de "Vidas minúsculas", por cierto.
Carlos
Bueno, al final son opiniones...
EliminarLo tengo pendiente. Zweig no me ha decepcionado lo más mínimo en ninguna ocasión.
ResponderEliminarEl de "¿Fue él?" me decepcionó, por lo demás...
EliminarMe lo prestaron a los 17, más o menos, y ni siquiera recordaba el nombre del autor, al que descubrí muchos años más tarde. Entonces me di cuenta de que aquella lectura no había sido una ñoñería de adolescente. Ahora he leído mucha ficción de él, pero aún tengo pendiente todas las biografías. Un autor de primera, al que solo hay que situar en su época para comprenderlo
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