Novela corta que se desarrolla en segunda persona. Prosa con
frases cortas y de fácil lectura. Protagonista indiferente y apático. Vagabundea
por las calles de París y se pudre en su buhardilla. Perec, sin duda alguna, es
un virtuoso de la enumeración: "De los jardines a los museos, de los cafés a
los cines, de las riberas a los jardines, de las salas de espera de las
estaciones, a los vestíbulos de los grandes hoteles, los monoprix, las
librerías, las galerías de arte, los pasillos del metro. Los árboles, las
piedras, el agua...", etc. Y de éstas todas las que quieras. Quizás sea aposta,
pero no veo la justificación, si quería enfatizar el entorno lo podría haber
hecho de una forma más sutil. Si en un primer momento parece que el personaje
alcanza cierta liberación mediante su deambular indiferente, al final el amigo
Georges dice lo contrario: "No has aprendido nada, salvo que la soledad no
enseña nada, que la indiferencia no enseña nada: era un engaño, una ilusión
fascinante y con trampa". ¿La indiferencia como hipocresía? ¿La apatía como
pose que pretende ir contra el entorno y la sociedad? ¿Una reacción contra Camus y el nihilismo de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial?
Percibo la misma ambigüedad pretenciosa que destilan la mayoría de películas de
la nouvelle vague, frases tipo "Tu madre no te ha remendado tus cosas.
No vas, por enésima vez, a buscar la realidad de la experiencia y modelar en la
forja de tu alma la consciencia no creada de tu raza". Si alguien sabe exactamente lo que
quiere decir con esa frase... Al final la
sensación que te da es que se ha tirado 100 páginas desarrollando algo para al
final contradecirlo. El libro finaliza así: "Ya no eres el dueño anónimo del
mundo, aquél sobre el que la historia no tiene peso, el que no sentía caer la
lluvia, el que no veía llegar la noche. Ya no eres el inaccesible, el límpido,
el transparente. Tienes miedo, esperas. Esperas, en la place Clichy, a que la
lluvia deje de caer". Supongo que quiere decir que la muerte es la que nos
transporta a la verdadera indiferencia y que mientras tanto, por mucho que
intentemos aislarnos del entorno y no involucrarnos en él, es imposible
ignorarlo. Bueno... mucha pleitesía hacia este libro y al final no impacta tanto, la buscada epifanía no llega al lector.
Xita Rubert: Mis días con los Kopp
Hace 46 minutos