"Ese mar mancillado infundía en el ánimo un sabor de fracaso
y mezquindad que no era precisamente lo que hacía falta para levantarme la
moral". Estilo rancio, puede transmitir de todo menos frescura. Pero lo peor no
es eso sino su narrativa personajecéntrica que consigue marginar al lector. Casi
todas las frases son en primera persona y hacen alusión al estado emocional o a
la personalidad o al punto de vista del personaje. Hasta la frase que he
citado, que habla del entorno, al final se dirige hacia el personaje. Ese
territorio neutral que necesita el lector para sentirse cómodo, que normalmente
suele ser el entorno, también se dirige hacia el protagonista, por lo que el
lector advierte su falta de importancia, se siente arrinconado en un lugar que
pertenece por completo al personaje. Oséase, da la sensación de que el texto está escrito
para el personaje, no para el lector. Y te asfixias. Sólo añadir que la acción,
lo que va sucediendo, también aporta su granito de arena a la montaña de pesadez que es
el texto.
Rubem Fonseca: El salvaje de la ópera
Hace 5 horas
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