El oficinista de Guillermo Saccomanno.
Sudor y lágrimas, y todo para no poder terminarla. Quiere
ser amor, distopía y cotidianidad. El oficinista se enamora de la que se está
follando el jefe. La atmósfera intenta ser futurista, algo enrarecida, con
perros salvajes y helicópteros por las calles. Vale, pero con incluir dos o
tres guiños de vez en cuando no consigues que el entorno coja fuerza. Falta
carga en la descripción del exterior, queda como colgando, no es absorbente, el
lector no llega a entrar en ese mundo. El contenido es inexistente más allá del
cliché del hombre que está sumido en el día a día y se enamora y de repente esa
rutina se rompe y hay algo por lo que luchar. Tímidas reflexiones sobre el
amor, el trabajo, lo cotidiano... Tanto el estilo como la prosa son
extremadamente planos, no tienen distintos niveles, mismas expresiones para
referirse a lo mismo, se echa de menos más riqueza en el vocabulario y en la construcción,
variedad. También faltan capas de contenido, acción, reflexión, emoción... Es un
libro del montón, más off que on (la rima provee).
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