París de Marcos Giralt Torrente.
Premio Herralde de Novela 1999. Tal que así: "Y ello ocurre
a pesar de que si mi madre se mostrara capaz de llenar ese vacío que no lo es
de mi memoria renunciaría a preguntarle por él". Hay bastantes frases así de rebuscadas y malsonantes, de las que atascan el ritmo. Estilo anodino, sin chispa, hiperconcentrado
en el yo del narrador y su pasado, otra historia humana más, me aburro, duré dos capítulos, no pasan cosas, sólo hay reflexiones sobre él y su
madre y su padre, entiéndeme, "reflexiones", digamos que son recuerdos con ganas de tener impacto emocional y si acaso literario. Y no sucede, la magia no aparece. El texto no va más allá del
intelecto del autor, no sale de ahí, no genera conexión, como si el
lector se viera obligado a leer directamente del cerebro del escritor. No y no.
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