Trenes hacia Tokio de Alberto Olmos.
El hecho de que haya sido capaz de llegar al final de un libro de un escritor español ya es mucho. El estilo, aunque es algo simple, se deja leer, fluye bien. Lo más meritorio es que la prosa hace avanzar al texto sin necesidad de una trama sólida (que no lo es) o de efectismos baratos (aunque ahora que lo pienso, tiene mucha carga sexual... creo que eso cuenta como efectismo porque no aporta contenido al texto, ¿no?). Por otro lado, la historia es un poco plana, monótona, incolora, y tampoco hay profundidad, no hay mensaje, ni siquiera una profundización en la psicología o en la cultura, simplemente cuenta sus peripecias orientales. Tiene algunas frases tontorronas con ínfulas de profundidad ("nunca se vuelve a ningún sitio, siempre se va", etc.) y algunas inconsistencias (a veces el protagonista actúa de una forma que no es coherente con la personalidad que se ha construido en hojas anteriores), pero te lo perdonamos. Quedará en mi memoria como texto que describe correctamente, con prosa sencilla, una experiencia en Japón, pero no como narración con relevancia artística.
Juan Eduardo Cirlot: Nebiros
Hace 15 horas
Me he sentido muy identificado con tu primera línea. Ando estos últimos años obligándome a leer a escritores patrios y mira que me cuesta. Alberto Olmos me gusta (es una frase que, así escrita, le entran ganas a uno de pedir perdón).
ResponderEliminarPues yo me identifico con eso que acabas de decir, también me estoy obligando a leer a todos los escritores españoles que me permite la biblioteca, y bueno... Se podrían salvar Vila-Matas, Orejudo y Menéndez Salmón (ayer acabé de leer una de sus novelas y me ha parecido notable). No es que escriban mal, pero tienen carencias de estilo, de contenido y de profundidad.
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