Setenta acrílico treinta lana de Viola di Grado.
El título mola, el aspecto de la autora no tanto (¡qué superficial!). Lo único positivo del libro es que aparecen algunas imágenes interesantes, a pesar de que hay algunas otras que patinan ("la luz porno del ocaso", etc.). Se aprecia un intento de desmarcarse del lenguaje, y digo intento porque se queda ahí, no es efectivo, no funciona, no supone nada, no me transporta hacia nuevos mundos de significado, humo. Tampoco hay ideas precisas o un mensaje claro, lo que sí hay son errores graves. En primer lugar, las flores y Leeds y el clima de Leeds (qué malo es) y mi madre no habla y qué feo es Leeds y las petunias y Leeds y más flores y mi madre es muda y capullos y lo gris que es Leeds son temas que se repiten constantemente. No tiene suficientes recursos narrativos como para mantener la trama sin caer en una repetición descriptiva, eso por no decir que la trama en sí misma es anodina. En segundo lugar (error fatal): no se puede llegar a un final en el que un personaje se quiere suicidar sin haber mostrado un bagaje psicológico previo. La voluntad de suicidio aparece gratuitamente, por muy gris que sea el cielo y muy marrón el ladrillo de los edificios, lo del suicidio no es creíble, no se muestra ninguna evolución psicológica para llegar a ese punto. Ahora viene mi lado menos respetuoso: me cabrea enormemente que la niña utilice el taoísmo para justificar su libro cuando no tiene ni puta idea de lo que es. Queda muy guay respaldarse en una filosofía oriental para hinchar el contenido del texto y vender más libros. Antes de que escribas otro libro y vuelvas a dejar en mal lugar al taoísmo, te sugiero que leas un poquito más e intentes reflexionar sobre lo leído.
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Hace 54 minutos
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