A las pocas frases nos encontramos un "yo somos". Puntos de vista que son un Todo, una unidad.
Somos una novela extraordinaria.
Gueorgui narra como si fuera la babosa que entra en el estómago del abuelo para curarle. Empatía extrema: "compadecerse de todo, ser a la vez aquel que se traga la babosa y la babosa tragada".
Se dirige a los lectores directamente.
Historia no lineal sobre el abuelo, la infancia del Minotauro, la Segunda Guerra Mundial, su infancia en los años 70 y 80 en la Bulgaria socialista...
"En el comienzo de todo, ya lo dije, hay siempre un niño al que arrojan a un sótano". Niños abandonados, Edipo, al abuelo le abandonaron...
Gueorgui me lleva en volandas y voy flotando de nube en nube.
"Los muertos me enseñaron a leer" y lo que conlleva esa frase... aprendió leyendo tumbas (visitas al cementerio), leyendo libros de gente muerta y además los que le enseñaron ya no están.
Despliega diferentes capas conceptuales y las va relacionando sutilmente.
En el laberinto del oído se le quedó para siempre el aullido de un loco del manicomio.
Su enfermedad es el exceso de empatía: empatiza con el dolor y la tristeza de los relatos de los demás.
Un minuto de silencio por los radiocasetes, los reproductores VHS, los gramófonos, las máquinas de escribir...
Su enfermedad es el exceso de empatía: empatiza con el dolor y la tristeza de los relatos de los demás.
Un minuto de silencio por los radiocasetes, los reproductores VHS, los gramófonos, las máquinas de escribir...
La lectura de novelas fomenta la empatía.
Es importante recordar las minucias, los detalles efímeros que ya han muerto. Y añade "sé que el pasado es infértil como una mula, pero eso solo consigue que le tenga aún más cariño".
Fascinante cuando reflexiona sobre cómo las armas hacen que la muerte llegue de otro humano, pero desde la distancia, sin apenas contacto, y sin espacio para la despedida o para un mínimo de preparación. Te disparan desde lejos y mueres sin darte cuenta. Afirma que va en contra de la naturaleza y que ningún animal haría algo así.
"Mi padre es vegetariano. Y veterinario. Simplemente no se come a sus pacientes".
El padre se queda anonadado observando una boñiga de búfalo y comparte su asombro con su hijo. Él, ejerciendo de escritor, habla de cómo se puede encontrar lo sublime en todas partes, en cualquier pueblo abandonado o incluso siendo analfabeto. "Aunque no hayas nacido en Versalles, Atenas, Roma o París, lo sublime terminará encontrando la forma de revelarse ante ti [...] aunque vivas en las eternas praderas analfabetas de cualquier pueblo o ciudad anónima, hecha de yermos días y noches, aun así lo sublime te será revelado, y en tu propio idioma".
Algunas reflexiones de Gueorgui resultan escalofriantes.
Filosofando sobre lo perecedero y lo imperecedero habla de cómo lo que perece es más eterno que lo que no perece. El oro no genera más oro, pero un cuerpo muerto sí genera más vida, es un proceso continuo y de ahí que sea eterno. Y añade: "Existe una sola identidad: la de ser una criatura viva entre criaturas vivas. Ser perecedero y valorar al otro porque es perecedero".
Es importante recordar las minucias, los detalles efímeros que ya han muerto. Y añade "sé que el pasado es infértil como una mula, pero eso solo consigue que le tenga aún más cariño".
Fascinante cuando reflexiona sobre cómo las armas hacen que la muerte llegue de otro humano, pero desde la distancia, sin apenas contacto, y sin espacio para la despedida o para un mínimo de preparación. Te disparan desde lejos y mueres sin darte cuenta. Afirma que va en contra de la naturaleza y que ningún animal haría algo así.
"Mi padre es vegetariano. Y veterinario. Simplemente no se come a sus pacientes".
El padre se queda anonadado observando una boñiga de búfalo y comparte su asombro con su hijo. Él, ejerciendo de escritor, habla de cómo se puede encontrar lo sublime en todas partes, en cualquier pueblo abandonado o incluso siendo analfabeto. "Aunque no hayas nacido en Versalles, Atenas, Roma o París, lo sublime terminará encontrando la forma de revelarse ante ti [...] aunque vivas en las eternas praderas analfabetas de cualquier pueblo o ciudad anónima, hecha de yermos días y noches, aun así lo sublime te será revelado, y en tu propio idioma".
Algunas reflexiones de Gueorgui resultan escalofriantes.
Filosofando sobre lo perecedero y lo imperecedero habla de cómo lo que perece es más eterno que lo que no perece. El oro no genera más oro, pero un cuerpo muerto sí genera más vida, es un proceso continuo y de ahí que sea eterno. Y añade: "Existe una sola identidad: la de ser una criatura viva entre criaturas vivas. Ser perecedero y valorar al otro porque es perecedero".
Los edificios seguirán existiendo después de nuestra muerte. Se pregunta ¿por qué "lo edificado en piedra tiene que ser más longevo que lo edificado en carne? No veo en ello ni sentido ni justicia. Me pregunto qué sensación de tiempo y eternidad tendrían aquellos anteriores a nosotros, en la noche de lo primitivo, aquellos que vivían en cabañas perecederas, que sobrevivieron a sus cabañas, a sus fogones, que cambiaban de lugar, que medían en días y noches, en fuegos encendidos y apagados su propia vida... Ellos sí que vivieron eternamente, aunque muriesen con treinta años". La sensación nuestra es que lo eterno es lo que dejamos. En el caso de los primitivos, todo es igual de perecedero y de ahí que todo sea eterno.
Afirma que el mundo es maravilloso porque todo perece, se arruga, se pudre, se deteriora...
Sugiere que las técnicas poéticas (como el hexámetro de Homero) son recursos mnemotécnicos, para recordar mejor.
Toda la novela es una reflexión sobre el tiempo y la memoria. El propio autor menciona que el libro es una cápsula del tiempo y que escribe sobre las tristezas del mundo y la nostalgia.
Se supone que viaja para huir del "saddest place in the world" (el lugar más triste del mundo) que es Bulgaria, pero se da cuenta de que la tristeza está en todas partes. Llega a la conclusión de que "el viaje tampoco cura la tristeza. Es preciso encontrar otra cosa. The saddest place is the world".
Además del lirismo y de sus exquisitos vuelos oníricos, Gueorgui tiene una capacidad deslumbrante para transmitir la melancolía y la tristeza de forma delicada.
"La tristeza, al igual que los gases y los vapores, no tiene un volumen y una forma propios sino que adopta la forma y el volumen del recipiente o el espacio que habita [...] La tristeza tiene olor y color. Es una especie de gas camaleónico que cambia todos los colores y olores del mundo, y a la que también todos los colores y olores pueden activar con facilidad". Me parece sublime.
El ADN "tiene la estructura de un laberinto. Un laberinto vertical que se despliega en una espiral. Las instrucciones genéticas para todas las formas de vida están escritas en un laberinto. Así que esa es la forma ideal para conservar y transmitir la información. Por eso el ADN ha permanecido tanto tiempo codificado. Estamos hechos de laberintos".
A veces atraigo alguna "nube de tristeza extraviada de alguna tarde del pasado, mía o ajena".
Cosas que se parecen a un laberinto:
El cerebro de los mamíferos.
El sistema nervioso y los nervios y sus ramificaciones.
El vuelo y el lenguaje de las abejas.
El bosque.
El cerebro de los mamíferos.
El sistema nervioso y los nervios y sus ramificaciones.
El vuelo y el lenguaje de las abejas.
El bosque.
Este libro.
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