Rapto el libro de la biblioteca y a las 40 páginas lo libero. El estilo es verdaderamente insoportable, véase:
"Shotemur estuvo dudando un rato sobre lo que tenía que hacer: luego, considerando que el perro superviviente –se trataba de un macho, siendo el otro una hembra– se vería en adelante privado de toda posibilidad de perpetuar la especie, tomó la decisión humana y razonable de liberarlo, y, con el corazón encogido, pese a todo, mientras se deshacía de los cadáveres en un solar, lo vio alejarse con paso vacilante, aunque cantando, o canturreando –es por lo menos lo que pretende–, entre las ruinas de un barrio periférico de Dusambé gravemente afectado por los combates".
El ritmo narrativo se atasca con bastante frecuencia –tanta coma, tanto inciso gratuito, tanta frase innecesaria–, la fluidez escasea, no diríamos que es ágil, y lo que podría haber sido una novela simpática con toques humorísticos –el título promete y el tema se presta–, se convierte en una travesía por el lodo, pese al hechizo soleado del norte de Los Ángeles.
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