Un profesor universitario jubilado que vive en Berlín se interesa por unos refugiados africanos y a las 126 páginas ich bin draußen*. Por decirlo con suavidad: la prosa no deslumbra y la historia no cautiva. Falta frescura en todos los aspectos. Lo peor de todo es que toca el tema de los refugiados y uno apenas conecta con lo que se cuenta, el texto no despierta emociones, no siento compasión por la situación de los personajes y eso es preocupante. Su estructura repetitiva, que intercala una y otra vez interrogatorios con alguna vivencia banal del profesor, también resulta contraproducente.
*Edito el post un mes después: me corrige un amigo que vive en Berlín y me dice que mejor usar la expresión Ich habe es sein lassen.
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