Al límite de Thomas Pynchon.
En inglés se titula Bleeding Edge (concepto que no expresa bien el título en español) y 120 páginas después, sigo como estaba. Normalmente soy de los primeros en defender a Pynchon y aquí hay partes con cierta riqueza narrativa, humor y observaciones inteligentes, pero el caos se lo acaba comiendo todo. Esto parece una acumulación de ocurrencias in media res, en las que el autor introduce personajes y conceptos de la nada como si estuvieran ya desarrollados anteriormente.
Además de exigir un nivel de concentración extremo (y más en su versión original), es imposible conectar con los personajes y descifrar la gran cantidad de referencias oscuras (sobre todo si eres un lector de fuera de EE. UU.), lo cual acaba frustrando. Hasta me hace dudar de mi percepción de los trabajos anteriores del autor.
Me aventuro a afirmar que el objetivo de Pynchon es que el lector sienta que está navegando por internet, por un mundo en el que se pierde, como si nadara en una pecera llena de información (un efecto que suele darse en todas sus novelas, pero que aquí hace más hincapié en el mundo de internet). Para ello se concentra en que cada página sea exuberante, pero se olvida del conjunto, infravalorando la necesidad de un mínimo de coherencia y conexión emocional con los personajes. En definitiva, lo que Pynchon propone no es lo suficientemente estimulante a nivel intelectual para pasar por alto todas sus carencias.
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