Cómic con varios premios a sus espaldas que supuestamente fue un game changer cuando salió (2000) y que me ha parecido absolutamente plúmbeo. No llegué ni a la mitad. Chris Ware ha prestado mucha atención al flujo visual y a la estructura de cada página y ha descuidado completamente el apartado narrativo.
La historia no es fácil de seguir ni a nivel formal ni contentual, hasta el punto de que empecé a pensar que Jimmy era un viejo con demencia y el autor quería que el lector estuviera tan desconcertado como él. Ni siquiera justificándose de esa manera ahuyenta al tedio. Tampoco ayuda la letra diminuta que aparece en la edición en español de Planeta DeAgostini que cogí de la biblioteca. Se supone que es una obra innovadora, pero la experiencia tiene el mismo impacto emocional que recorrer con los ojos la tabla periódica del amigo Mendeléyev.
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