Un hombre que trabaja prensando papel y libros rescata algunas de esas obras abandonadas para su colección personal y se nutre de ellas. Y en los paquetes de desechos que forma, a veces se permite el lujo de introducir reproducciones de cuadros famosos y los paquetes acaban teniendo el aspecto de obras de arte.
Bohumil Hrabal ha elaborado una pequeña obra maestra que homenajea a la literatura y al arte, convirtiendo a su protagonista en una especie de alquimista que hace de su tarea monótona y desagradable un adorable paraíso que resulta hasta enriquecedor.
El ritmo que impone la prosa de Hrabal es frenético, para bien, con partes cargadas de energía y demostrando mucho afecto por el conocimiento que aportan los libros. También se atreve a reflejar cómo los cambios sociales y la modernización alejan al protagonista de su puesto de trabajo, lo que sustituye la dimensión poética del mismo por una efectividad rigurosa, recordándole que el trabajo es trabajo, no algo con posibilidades mágicas.
Un clásico moderno.
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