27 de julio de 2016

Hormigón, pensé en el sillón

Hormigón de Thomas Bernhard.

Una vez que has leído varias obras de Bernhard te das cuenta de que todas presentan al mismo recurso: la repetición lingüística que intenta reflejar la locura y la obsesión de los distintos narradores, o incluso las incapacidades del lenguaje. Aunque cada texto tiene su punto fuerte y su argumento central sobre el que se trazan variaciones, es cierto que a un creador de esta altura se le debe exigir más. He leído gran parte de su obra y en este punto ya se hace repetitivo (no por ello deja de ser uno de mis autores favoritos). Quizás, a esa reiteración estilística constante se sume que esta sea una de las obras más flojas que he leído, de ahí el regusto amargo. Aun así, no dejéis de leer a Bernhard.

3 comentarios:

  1. coincido con la reflexión general sobre el estilo de Benhard (y con que, en cualquier caso, no hay que dejar de leerlo).

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  2. Lo siento, pero no. Engañado por tanto comentario elogioso, me he puesto a leer El sobrino de Wittgenstein. Es un peñazo. Debo tener más paciencia que el Sr. Condón, porque aguanté unas tres cuartas partes hasta que, definitivamente, el Sr. Bernhard me convenció de que me había estado tomando el pelo. Lo siento, Sr. Condón, pero esta experiencia me hace poner en duda su criterio. De todas maneras, muchas gracias por el blog.

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  3. "Una vez que has leído varias obras de Bernhard te das cuenta de que todas presentan al mismo recurso..." ¿Una vez que has leído varias? Amigo, ¿de verdad? Pensé (supongo que como todo el mundo) que era lo más obvio desde la primera. Saludos.

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