Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer de
David Foster Wallace.
Libro de ensayos bastante irregular. Cuatro bien, tres mal.
El ensayo sobre David Lynch es muy bueno, junto con el de la ficción y la
televisión, junto con el del tenista Michael Joyce, junto con el del tornado (en orden
descendente de calidad). El resto son tirando a insoportables (lo que se
soluciona con un par de gestos de muñeca). Lo más encomiable es la profundidad analítica y reflexiva de Wallace, entra hasta la cocina y te saca un planteamiento filosófico de un
plato de macarrones. Muchas reflexiones, muy interesantes, lanzo
algunas de ellas cual máquina lanzadora de pelotas de tenis (aleatoriamente): el escritor es un observador al que no le gusta
ser observado; la televisión es importante porque moldea la imagen que uno
tiene de sí mismo y de cara a la sociedad, incluso llega a ser más influyente
que la propia literatura; los anuncios antes apelaban al grupo (unión) y ahora se
concentran en la diferenciación (el individuo sobresale por encima del grupo
gracias al producto anunciado); la televisión y los anuncios absorben la ironía
y otras herramientas postmodernas de forma que la literatura pierde armas para
rebelarse contra el sistema, y de aquí: rebelarse contra la televisión usando
técnicas absorbidas por ésta es inútil. Etc.
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