Un día Samuel se levantó y pensó: "voy a jugar con la
sintaxis y que os den por culo", a lo que un lector ofendido añadió: "no me
toques los cojones, Samuel" y cerró el libro. Y aquí estamos... viendo cómo el
amigo Beckett se divierte con el lector, cambiando la estructura de las frases,
repartiendo ambigüedad y tiniebla, fabricando obstáculos literarios, etc. Cada
relato un divagar para llegar a ninguna parte. Cita: "Infierno esta luz de la
nada no hay razón ningún momento, se quita la chaqueta, no, desnudo, de
acuerdo, dejarlo por ahora. Hojas de papel negro, pegarlas a la pared con
telaraña y saliva, no sirve, brillan como el resto". Ahí lo llevas. El relato El
despoblador (el del cilindro) fue el único que me pareció interesante, pero
también demasiado cerebral. Creo que es un problema general del libro, todo
resulta muy mental, falta lado emotivo o algo a lo que agarrarse más allá de la
abstracción lingüística. Beckett quiere resultar existencialista, quiere
reflexionar sobre el ser humano, pero simplemente deambula con las palabras, jugando
con ellas sin concretar nada. ¿Quiere decirnos que la palabra no lleva a ningún
sitio?, ¿que el pensamiento no sirve para definir la existencia? Quizás, de
acuerdo, me quito la chaqueta, no, el sombrero no, y menos desnudo, pero no
hace falta que la experiencia de lectura sea tan desagradable. Supongo que el
lenguaje desordenado quiere reflejar el caos de nuestro pensamiento, pero es
que esto sucede en todos los relatos. No hay relación directa entre forma
(común a casi todos los relatos) y contenido (distinto en cada relato).
Una lectura diferente, sí, que descoloca las estructuras internas, pero si cuelas el caldo te quedas con hambre.
Anora
Hace 4 horas
Me gusta leerte. Es "El despoblador", supongo. Saludos.
ResponderEliminarGracias. Toda la razón. Corregido (gracias otra vez).
EliminarUn saludo
Bueno, Beckett no buscaba sentido sino experiencia con sus obras, que surgen en pleno debate sobre la conveniencia de seguir considerando la literatura según los principios clásicos, basados en conceptos desfasados como el estilo, el lenguaje o el narrador. Investiga con la forma y el lenguaje, como harán después los postestructuralistas, pero sin sus pretensiones, sino desde un enfoque mucho más lúdico, más artístico fundamentalmente, como Queneau, por ejemplo, para demostrar, o intentarlo al menos, que la literatura no es algo que se pueda encerrar entre las cuatro paredes del lenguaje sino que aspectos como las imágenes, la musicalidad, son en realidad mucho más importantes para comunicar sentidos que las propias palabras. Y sí, Beckett es profundamente mental.
ResponderEliminarEs muy interesante lo que comentas, sin embargo, no recuerdo que en los textos apareciera ninguna reflexión directa sobre esa experimentación, es decir, me da la impresión de que si no manejas los marcos teóricos y no sitúas la obra en ese contexto, la obra no plantea eso tan claramente.
EliminarEstoy totalmente de acuerdo con lo que dices (o dice Beckett), las palabras son meros utensilios.
Ire, ¿me puedes decir tu email?
Eliminar¿Tienes algún correo en el perfil? Si eso te escribo.
Eliminarescuece@hotmail.com
EliminarAdemás, piensa que deja el inglés, su lengua materna, fundamentalmente polisémica, y se pasa al francés, mucho más restringida en este sentido, más precisa semánticamente, pero mucho más musical, fonéticamente. Beckett es todo un mundo, no creas.
ResponderEliminarBeckett para mi es uno de los escritores mas grandes que ha dado la literatura. Quizás sus relatos no sean lo mejor de él... pero su teatro, a si como su trilogía novelada son un culmen de lo que se puede expresar para decir lo indecible, para aproximarnos a la nada que somos y que habitamos desde que nacemos.
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