29 de septiembre de 2013

Swi géneris

Los bosques de Upsala de Álvaro Colomer.

Aguantas 50 páginas máximo. Quiere ser Bernhard pero no puede, lo más cerca que está de él es al principio, en la cita que incluye en el texto. Tema principal: el suicidio. La novia es depresiva y tiene intentonas. Y la encuentra tirada en casa, se la llevan al hospital y no pasa gran cosa. Todo ello ambientado con una superficialidad sobrecogedora, ni un ápice de profundidad, ni una introspección digna. Está tratando un tema que es determinante, la muerte, el suicidio, un tema que en sí mismo ya tiene fuerza, y no es capaz de mantener lo que ya tiene, es más, la carga emocional y psicológica que a priori empapa a un lector que se enfrenta con un texto sobre este tema se difumina con las palabras, porque éstas no dicen nada, el autor las usa para que avance la acción no para profundizar. Quizás el error es asumir que por tratar un tema oscuro el texto ya pasa a los dominios de Satán y todo lo narrado adquiere el poder y la oscuridad de las tinieblas sin necesidad de que prosa y contenido acompañen. La prosa también se las trae. Repite "en verdad" varias veces, y creo que es un término muy cercano a lo coloquial y que no suena del todo bien: "una puerta en verdad trampilla del infierno", parece de broma, la imagen también es de broma. También repite "de súbito", que bueno, no queda mal, pero refleja falta de recursos. Si voy más allá: que toda la intensidad o el giro de una situación recaiga en una expresión adverbial también denota incapacidad para guiar la acción con la prosa. Ojo, que hay un oxímoron, pero en negativo, porque el  autor quiere mostrar vocabulario variado, véase "emplearé la escalera" en lugar de "usaré", pero repite "en verdad" y "de súbito" varias veces. Incluye muchas palabras que no vienen a cuento por amor a la exhibición: "áptero" en vez de "sin alas", "parihuela" en vez de "camilla", "desbarajustó" en vez de "descolocó", "remembranzas" en lugar de "recuerdos", "hipidos", "enuresis", etc. Manejo dudoso de las comas hasta el punto de cometer faltas de ortografía. Y el idilio con las comas continúa con el uso reiterado de subordinadas entre comas: "camino junto a un montón de tarados que, aun cuando al presente se muestren serenos, podrían cambiar de actitud en cualquier momento", y le perdonamos la disonancia de la frase. Bien, pues estas subordinadas con comas atascan el ritmo y resultan poco orgánicas, demasiado ordenadas, se percibe al escritor entre bambalinas planificando las frases, no fluye de forma natural. La guinda al pastel: "habríamos de sufrir", "habremos de padecer", etc., sin ton ni son, en un alarde de culturismo verbal. Desconozco la calidad lectora de este país, pero es raro que casi todas las reseñas hablen bien de este libro. ¿Serán todo amiguetes? Rectifico: la calidad lectora de este país es pésima, atienden más al nombre y a la influencia social que al texto.

2 comentarios:

  1. Pues no creo que Álvaro Colomer tenga un gran nombre, sinceramente. Ya que lo has mentado tú, Bernhard también repite muchas palabras, y es un genio. Y con esto no quiero dar a entender que Colomer sea un genio, que no lo es. No he leído éste, aunque sí Mimodrama... (también bastante obscuro) y he de decir que me gustó mucho, si bien me pareció que sobraba algo de texto y que en algunos puntos se hacía un poco cansado. Pero muy bueno.

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    1. Bernhard es el amo, nada que ver. Precisamente, no me pareció oscuro para nada, le falta intensidad. Si te gusta oscuro y de calidad léete "La pianista" de Elfriede Jelinek.

      No tiene demasiado nombre pero le publica Alfaguara que no es moco de pavo. Entre la gente que conoce autores españoles yo creo que sí es conocido. De todas formas hablaba en general. Lo que quería decir es que el lector tiende a coger el texto con presuposiciones, hay una editorial, un autor, se presupone calidad y eso a veces colorea el ojo.

      Le daré otra oportunidad si encuentro el que tú dices en la biblioteca. Gracias.

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