Tala de Thomas Bernhard.
Una vez más: el estilo y el ritmo son demoledores. Y el estilo es adictivo y tremendamente sencillo, de reproducir, a la par que original, ¿genial? Aquí se nota que el amigo Thomas ya había alcanzado la excelencia de su prosa. La repetición y el uso característico de la puntuación como síntomas de locura, lucidez, absurdo... incluso efectivos como recurso humorístico. Una narración circular, enfermiza, en primera persona, que te absorbe, que va desplegándose como una alfombra roja, como suele decirse, para que el lector pasee desenfrenadamente, iluminando los recovecos más oscuros de la sociedad austriaca, sociedad artística sobre todo, no sin dejar de analizar las emociones humanas más profundas, desnudándolas, y si se me permite, desnudándose el autor a sí mismo. Crítica al arte, a la sociedad artística y concretamente a Viena, ciudad que destruye a todos los artistas residentes. Todo ello con una, como ellos la llaman, cena artística, de fondo, donde, en esa cena artística, todo es pose. Y qué pasa con los artistas, que no son artistas sino actores. Árboles que aspiraban a desarrollar su naturaleza artística hasta que la sociedad vienesa los reconoce y reconocíéndolos los tala, la sociedad artística vienesa corta a esos árboles, si los corta es porque, o bien esos árboles sólo estaban allí por el éxito social, no por el arte, o bien esos árboles, al ser criticados en exceso, otra forma de talarlos, se ven obligados a actuar ante la sociedad, a doblegar su arte con el fin de ser aceptados por esa sociedad vienesa. Entre otras reflexiones interesantes, ésa es una, una de las principales, si no la principal, la crítica al arte. Y menos mal que Thomas ya no vive porque como se levante y vea cómo funciona el mundillo literario actualmente, o como lo llaman algunos, mercado literario, lo mismo le da algo.
Historias patagónicas. Falsa calma, María Sonia Cristoff
Hace 17 horas
¿La recomiendas para empezar con el autor?
ResponderEliminarCreo que en El Malogrado el estilo es menos obsesivo que en Tala, más ligero, yo empecé leyendo El Malogrado.
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